La Navidad tiene muchas tradiciones y una
de las mías es ver alguna de las versiones cinematográficas de Mujercitas.
Estas últimas Navidades, aprovechando que estrenaban una nueva versión decidí
releer el libro y volvió a encantarme.
Volví
a emocionarme de nuevo con la historia de las hermanas March. Cómo dejan de ser
niñas para convertirse en mujeres que buscan su camino en la vida. Meg, la
mayor, que no puede evitar desear algunos lujos que no puede tener pero acaba
comprendiendo que en el fondo tiene todo lo que desea con la familia que ha
formado. Jo, la joven que no quiere mostrar la supuesta debilidad femenina y
por eso no quiere que la vean llorar cuando leen las cartas de su padre, quiere
vivir de su trabajo como escritora y no depende de un marido. Adora a su
familia y por eso hace lo que sea por ayudarla, como vender su pelo para pagar
el billete de tren de su madre e intentar lo que sea para salvar a Beth. Pero
finalmente, cuando se deja llevar por sus sentimientos y plasma en su novela lo
que siente de verdad es cuando triunfa como escritora. La dulce Beth, tímida en
exceso, aunque intenta superarlo. La única que no hace planes de futuro, como
si supiera desde el principio que su vida no va a ser muy larga, es feliz
teniendo su piano y viviendo con su familia, y que siempre me hace llorar
cuando cae enferma y cuando muere. Y Amy, la que al principio del libro llega
incluso a caerme mal por su carácter caprichoso que le lleva a hacer cosas como
quemar el libro de Jo, pero que luego tiene buen corazón y que también lucha
por conseguir lo que quiere, algo que tiene claro desde pequeña.
Y
el resto de personajes que forman esta novela: la madre que quiere que sus
hijas sean felices y encuentren su camino, intentando que lleven lo mejor
posible la situación económica y la ausencia de su padre durante la guerra. La
tía March, gruñona y autoritaria, pero que en el fondo quiere a sus sobrinas.
El viejo señor Laurence que también parece gruñón al principio pero que se
ablanda gracias a Beth, en la que ve a la niñita que él perdió años antes. Los
hombres que acompañan a las mujercitas en su vida, Laurie, que empieza enamorado
de Jo, pero que luego descubre que ella tenía razón, que siempre han sido como
hermanos y que en realidad ama a Amy; John Brooke, tutor de Laurie primero y
marido de Meg después, un hombre bueno que siente no poder darle a su mujer los
lujos que a ella le gustaría tener pero que hace lo posible por hacerla feliz;
y el profesor Bhaer, que ayuda a que Jo se dé cuenta de que no es débil por
mostrar sus sentimientos, sino todo lo contrario.
En
definitiva, aunque la he leído y he visto varias veces las versiones
cinematográficas, es una obra de la que nunca me canso y siempre me emociona.
Quizá, en parte sea porque me siento identificada con algunas cosas de las
hermanas, con la pasión de Jo por la literatura, con Meg porque entiendo su
deseo de tener algunas cosas que no puede tener, pero finalmente darse cuenta
de que tiene lo que le hace feliz, con la timidez de Beth y con la
perseverancia de Amy, que siempre tuvo claro lo que quería tener cuando fuera
mayor y lo acaba consiguiendo. Es una lectura que recomiendo totalmente.
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