domingo, 29 de marzo de 2020

Diez negritos, Agatha Christie

Leído para el Reto "Clásicos grandes y pequeños" de Las Inquilinas de Netherfield Clásico de misterio / suspense / policíaco


     Ocho personas reciben una carta de una persona de su pasado a la que recuerdan vagamente, pero llevan mucho tiempo sin ver, que les invita a visitarla en su casa situada en la isla del Negro.

     Cuando llegan a la casa los reciben Mr. y Mrs. Rogers los criados. Los dueños de la casa, Mr. Owen y su esposa no están. A los criados los han contratado por carta (ellos no los han visto en persona) y en esa misma carta les han dejado instrucciones de lo que tienen que hacer hasta que ellos lleguen al día siguiente.

   Los invitados se instalan y van a cenar. En la habitación de cada invitado hay un cuadro con la letra de una vieja canción infantil:

     Diez negritos se fueron a cenar.
     Uno se ahogó y quedaron:
     Nueve.
     Nueve negritos trasnocharon mucho.
     Uno no se despertó y quedaron:
     Ocho.
     Ocho negritos viajaron por Devon.
     Uno se escapó y quedaron:
     Siete.
     Siete negritos cortaron leña con un hacha.
     Uno se cortó en dos y quedaron:
     Seis.
     Seis negritos jugaron con una colmena.
     A uno de ellos lo picó una abeja y quedaron:
     Cinco.
     Cinco negritos estudiaron derecho.
     Uno de ellos se doctoró y quedaron:
     Cuatro.
     Cuatro negritos se hicieron a la mar.
     Un arenque rojo se tragó a uno y quedaron:
     Tres.
     Tres negritos se pasearon por el zoo.
     Un oso los atacó y quedaron:
     Dos.
     Dos negritos estaban sentados en el sol.
     Uno de ellos se quemó y quedó:
     Uno.
     Un negrito se encontraba solo.
     Y se ahorcó, y no quedó
     ¡ninguno!

     En la mesa del salón encuentran diez figuritas negras.

     Después de cenar están todos reunidos en el salón cuando se escucha una voz que les acusa a cada uno de un crimen. La mayoría lo niega al principio, pero a lo largo del libro vamos descubriendo la verdad.

     El doctor Edward Armstrong es acusado de causar la muerte de Louisa Mary Clees, una paciente que murió porque él estaba borracho cuando la operó.

     Miss Emily Brent es responsable de la muerte de Beatriz Taylor, una chica que trabajaba para ella y a la que despidió cuando supo que estaba embarazada, porque según ella había tenido una conducta inmoral. Al verse despedida y repudiada por su familia, la chica se suicidó.

    Henry Blore es un expolicía y ahora detective al que acusan de la muerte de James Stephen Landor, un ladrón cuyo caso llevaba Blore y que fue condenado a trabajos forzados perpetuos, muriendo después de un año, ya que tenía una salud delicada. En realidad era inocente, pero sobornaron a Blore para que lo acusara.

     Vera Claythorne es acusada de matar a Cyril Hamilton. Vera era su institutriz y el niño se ahogó estando a su cuidado. Aparentemente fue un accidente, pero luego descubrimos que Vera estaba enamorada de Hugo, el tío de Cyril. Si Cyril moría Hugo heredaría todo el dinero y así Vera y él podrían casarse. El niño le pidió a Vera que le dejara nadar hasta las rocas y ella le dejó sabiendo que estaban lejos y que no podría llegar y se ahogaría. Incluso se metió en el agua como si fuera a ayudarle, pero sin llegar a tiempo.  Pero Hugo descubrió la verdad y la abandonó.

     Philip Lombard es acusado de dejar morir a 21 hombres miembros de una tribu de África Oriental, cosa que él reconoce, dice que tuvo que hacerlo para poder salvarse él.

     El general Macarthur es acusado de la muerte de Arthur Richmond. Era un soldado bajo su mando y él lo mandó a una muerte segura en el frente cuando descubrió de casualidad que Richmond era el amante de su mujer.

     A Anthony Marston lo acusan de matar a Jenifer Brady, una mujer para la que trabajaban, que se puso enferma, ellos avisaron al médico demasiado tarde y la mujer murió. A su muerte les dejó algo de dinero en herencia.

    El juez Wargrave es acusado de la muerte de Edward Seton, un hombre al que él juzgó y convenció al jurado de que declararan culpable porque lo conocía de antes y quiso vengarse.

     Descubren que la voz viene de un gramófono. Rogers dice que en la carta de las instrucciones le ordenaron poner el disco a esa hora, pero que él no tenía ni idea de lo que había en él.

     Las diez personas se dan cuenta de que los han engañado para ir a la isla y están atrapados allí, ya que solo pueden salir de la isla si el barquero que les llevó vuelve a por ellos.

     Después de esa noche, todas las personas van muriendo una a una. Cada vez que alguien muere desaparece una de las figuritas negras. La mayoría de las muertes se producen como dice la canción infantil:

     Anthony Marston muere ahogado. Se bebe una copa, se atraganta y muere. El doctor dictamina que muere envenenado, aparentemente un suicidio, aunque después sospechan que alguien puede haber puesto el veneno en su copa. (“Uno se ahogó”)

     Mrs. Rogers se desmaya cuando escucha las acusaciones y el doctor le da un somnífero. Se acuesta esa noche y por la mañana aparece muerta, aparentemente por un ataque al corazón (“Uno no se despertó”).

     El doctor, Blore y Lombard recorren la isla buscando al posible asesino, pero no encuentran a nadie. El general Macarthur pasa toda la mañana sentado fuera de la casa, mirando al mar y diciendo que todos van a morir. Cuando todos van a comer, el doctor va a buscarlo y se lo encuentra muerto. Lo han matado a golpes, según el doctor con un salvavidas probablemente.

     Mr. Rogers aparece muerto a la mañana siguiente. Estaba cortando leña cuando alguien le pegó con otro hacha en la cabeza (“uno se cortó en dos”).

     Emily Brent aparece muerta en el salón con la marca de un pinchazo de aguja en el cuello mientras una abeja zumba en la ventana (“a uno le picó una abeja”).

     El juez Wargrave muere de un tiro en la cabeza, pero vestido de magistrado, con una cortina roja a modo de toga y la lana gris de miss Brent como peluca (ambas cosas habían desaparecido con anterioridad) (“Uno de ellos se doctoró (en derecho) y murió”).

     El doctor Amstrong desaparece y también una de las figuritas. No lo encuentran por ninguna parte y se dan cuenta de que la siguiente estrofa de la canción dice “cuatro negritos se hicieron a la mar. Un arenque rojo se tragó a uno”, la expresión “arenque rojo” en inglés también significa “pista falsa”. Por tanto, creen que el doctor es el asesino y está escondido en alguna parte.

     Blore muere porque se le cae un reloj en forma de oso en la cabeza (“un oso los atacó”).

   Lombard y Vera tienen miedo de entrar en la casa por si el doctor está dentro. Van hacia los acantilados y descubren el cuerpo sin vida de Amstrong. Solo quedan ellos dos. Sospechan el uno del otro. Vera le dice a Lombard que deberían mover el cuerpo del doctor para que las olas no lo arrastren y, mientras lo mueven, aprovecha para robarle la pistola. Él se lanza a por ella, pero ella dispara y lo mata.

     Vera tiene hambre y sueño y decide volver a la casa. Cuando llega quedan tres figuritas, coge dos y las tira y se lleva la otra a su habitación. Cuando llega encuentra una silla y una cuerda preparadas para ahorcarse y lo hace porque recuerda lo que pasó con Cyril. (“Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó”).

     Cuando la policía descubre todos los cadáveres en la isla, se pregunta cómo ha podido ocurrir.

    Al final conocemos la verdad. El juez Wargrave es el asesino, escribe una confesión y la mete en una botella que tira al mar. Su primera víctima no está en la isla, es un tal Morris, que no va a la isla, pero es quien se encarga de comprar los víveres y es la persona que contacta con Lombard para que vaya a la isla. El juez elige diez víctimas por la canción de los diez negritos, diez personas que han cometido un crimen y, a sus ojos, no han pagado por él. Se infiltra en la isla como uno más de los invitados para llevar a cabo los asesinatos. Finge su muerte con ayuda del doctor, al que le cuenta que sospecha de Lombard. Esa noche había quedado con el doctor en los acantilados cuando todos dormían y lo mató empujándole. Cuando todos están muertos, el juez vuelve a su habitación y coloca el revólver de forma que al caer el peso sobre su mano se dispare y lo mate. Para que cuando los encuentre la policía él aparezca muerto de un tiro en la cabeza, tal y como dicen los diarios que escribieron algunos de los invitados de la casa.

    Es una novela con mucho suspense, que te mantiene en vilo hasta el final y acaba con un giro sorprendente.

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